
Durante la etapa preescolar, los niños desarrollan habilidades clave: lenguaje, pensamiento lógico, coordinación, atención y socialización. Por eso, identificar a tiempo los problemas de aprendizaje permite actuar antes de que afecten su futuro escolar.
Aunque no siempre son evidentes, entender qué son los problemas de aprendizaje y cómo se manifiestan es indispensable para los padres y docentes. A continuación, te presentamos los casos más comunes, cómo detectarlos y qué estrategias aplicar:
¿Qué son los problemas de aprendizaje?
Los problemas de aprendizaje son trastornos que afectan la forma en que los niños entienden, procesan o responden a la información. No tienen relación con la inteligencia, pero sí interfieren con habilidades como leer, escribir, contar o comunicarse.
Estos son los cinco problemas de aprendizaje más comunes en la etapa preescolar:
- Dislexia: dificultad para identificar letras, sonidos o formar palabras.
- Trastorno del lenguaje: problemas para comprender o expresarse con claridad.
- Discalculia: dificultades para aprender números o conceptos matemáticos básicos.
- TDAH: impulsividad, falta de concentración y dificultad para seguir instrucciones.
- Disgrafía: problemas con la escritura y coordinación motriz fina.
Cómo detectar problemas de aprendizaje en el aula o en casa
Aunque cada niño tiene su propio ritmo, existen ciertas señales que pueden indicar la presencia de una dificultad más allá del desarrollo natural. Observar estas conductas en casa o en el aula puede ser el primer paso para buscar orientación especializada:
- Dificultad para aprender el alfabeto o reconocer sonidos.
- Retraso en el desarrollo del habla o vocabulario limitado.
- Problemas para contar o identificar cantidades simples.
- Inquietud constante, cambios rápidos de actividad o falta de atención sostenida.
- Rechazo a escribir, dibujar o manipular lápices y materiales escolares.
Estrategias para intervenir desde el juego y la rutina
Comprender qué problemas de aprendizaje existen y actuar desde la etapa preescolar puede cambiar la trayectoria escolar de un niño. Cuando familia y escuela comparten información y aplican estrategias conjuntas, el apoyo se vuelve más efectivo.
En ese sentido, algunas estrategias para acompañar son:
- Fomentar el juego con materiales didácticos adaptados (letras, bloques, tarjetas).
- Incluir actividades cotidianas que desarrollen lenguaje, conteo o coordinación.
- Consultar a especialistas en lenguaje, pedagogía o desarrollo infantil.
- Buscar escuelas que trabajen con metodologías activas y detección personalizada.
- Mantener una comunicación constante entre familia, docentes y terapeutas.
Detección temprana para un futuro aprendiendo:
Ningún diagnóstico define a un niño. Pero ignorar una dificultad puede limitar su manera de acercarse al aprendizaje. Reconocer a tiempo este tipo de problemas no significa etiquetar, sino ajustar el camino para que cada etapa educativa tenga sentido y propósito.
Busca hoy instituciones que cuenten con equipos formados, observación constante y herramientas para adaptar el proceso educativo de tus hijos. Ahí comienza la diferencia: en cómo se mira, no solo en lo que se enseña.