Los videntes nacen con el don el que aprenden a utilizar, mientras que los tarotistas obligatoriamente deben estudiar a profundidad la simbología y significado de las cartas
La necesidad de conocer lo que nos depara el futuro siempre ha estado presente. Desde la antigüedad hasta nuestros días las artes adivinatorias han sido ampliamente utilizadas sin distingo de estatus social ante una situación complicada como problemas de pareja, familiares, laborales, financieros, entre otros, o simple curiosidad.
Con el desarrollo de las nuevas tecnologías la videncia y el tarot han cobrado aún más auge. Es amplia la demanda de profesionales que ofrecen sus servicios bien sea vía telefónica, Whatsapp o email, dependiendo de la preferencia del cliente, así como se solicitan online rituales y hechizos como amarres, atrapa hombres, atrapa mujeres, endulzamientos, rompimientos, abre caminos, entre otros, con una adecuada justificación.
Aun cuando su uso es expandido hay quienes creen que tarotistas y videntes son lo mismo y no es así. Existe confusión y dudas en cuanto a esto. Los dos se dedican a ver lo que la mayoría no ve, pero la forma de hacerlo es diferente, utilizan fuentes distintas para recibir los mensajes.
Hay que formarse
El tarotista estudia durante años para conocer las cartas del tarot una a una, su simbología y significado. Explicará a su consultante lo que significa cada una de las cartas durante una tirada. Descifrará cartas y sus combinaciones haciendo analogías como si se tratara de un mapa territorial.
Este profesional no adivina propiamente, sino que va a interpretar lo que las cartas señalen y eso podrá hacerlo a través del estudio del tarot que es una ciencia. Un profesional se reconoce si sabe con seguridad el significado de cada carta y el sistema de lectura utilizado.
Todo esto nos indica que cualquier persona que tenga interés de aprender sobre el tarot podrá hacerlo si estudia, es decir, para ser tarotistas todos tenemos capacidad. Con la videncia no sucede así.
La videncia es innata
La videncia es una cualidad innata, se nace con el don que la persona puede entrenar o aprender a utilizar si así lo desea. Los videntes reciben imágenes como si fueran flashes que debe aprender a interpretar como mensajes con los que se puede informar algo.
Para canalizar esas imágenes que le llegan como si fuera una película, generalmente el vidente utilizará algún conductor puede ser una bola de cristal, piedras o las cartas del tarot. Hay quienes solicitan una prenda o artículo de la persona sobre la cual se requieren predicciones, o quizás una fotografía, pero no es estrictamente necesario. Por el contrario un tarotista deberá contar obligatoriamente con su mazo de cartas.
¿Cuál elegir?
Es importante señalar que ambos son útiles siempre y cuando se trate de personas honestas, elegir uno u otro dependerá de lo que más atraiga al cliente. Si desea observar cómo un mazo de cartas se convierte en símbolos que aporten datos sobre su vida pasada, descifre el presente y prediga lo que sucederá o si prefiere sentir la emoción inmediata que produce ver que una persona va recibiendo imágenes como si fueran flashes ofreciendo también esa valiosa información, de eso dependerá la elección.
Las personas que tienen el don de la videncia pudieran catalogarse de fantásticas, es una experiencia que asombra, mientras que el tarotista trabaja en función de lo que ha aprendido, de sus conocimientos, la elección estará en manos del cliente.
Es importante señalar que el vidente tiene las visiones pero no podrá saber en qué tiempo estas ocurren. El tarotista sí podrá determinar el tiempo en el que se dan los hechos que está interpretando a través de las cartas.
Ambas técnicas pueden utilizarse simultáneamente, se pueden complementar, de hecho una vidente puede ser tarotista. Se trata de una persona que tenga el don de recibir los flashes con las visiones y que a la vez estudie la simbología y significado del tarot para así ofrecer una visión más amplia de la realidad, lo que sería una experiencia bastante completa.
